domingo, 26 de octubre de 2008

Torre Fuerte - Mi Ciudad Anhelada vol.1












Tras una larga trayectoria en la musica cristiana, Los Hermanos Hermosillo y Alvaro Lopez ya en proyectos independientes.

Hector y Heriberto como pastores y Alvaro con Res-Q Band, ahora cosechan lo que sembraron, Hijos Adoradores.

Después de una década de ausencia produciendo música, Torre Fuerte Records, pioneros de la producción musical cristiana en español, regresa a escena con su nuevo proyecto: Mi Ciudad Anhelada.


Mi Ciudad Anhelada es una experiencia de adoración, por aquella ciudad “no hecha por mano, eterna en los cielos” donde estaremos para siempre cumpliendo el propósito eterno por el cual fuimos creados: Estar para siempre con El…

Mi Ciudad Anhelada es fácil de escuchar sin dejar de tener un toque sumamente contemporáneo en su composición musical, arreglado y producido por Israel Hermosillo (Hijo de Hector Hermosillo, fundador de Torre Fuerte), en Chicago IL.

Mi Ciudad Anhelada tiene como objetivo proponer a las iglesias contemporáneas, una manera fresca de adorar a Dios, mientras permanecemos sensibles a todas aquellas personas que aún siguen lejos…
A quienes muy al estilo de Torre Fuerte Records, queremos atraer con música excelente, que les haga sentir no solo
atraídos, sino bienvenidos al compañerismo hermoso de los hijos de Dios, al recordar juntos el mensaje que nunca
pasará de moda: El gran amor de Dios por la humanidad a través de su hijo unigénito Jesucristo, nuestro Rey y Señor.

Obviamente, la mezcla de talento y uncion hacen un trabajo exelente.

Temas:
01 Nunca Olvidare.
02 Bandera.
03 Conoces Mi Corazon.
04 Puedo Vivir.
05 Karen.
06 Nostalgia.
07 Agape.
08 En La Intimidad.
09 Lo Que Quieras Tu.
10 Caminare (Bonus Track).

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Mismissimo

martes, 14 de octubre de 2008

La fuerza de la debilidad















Mi gracia te es suficiente; porque mi poder se perfecciona en la debilidad»

El apóstol Pablo se vio afectado por un "aguijón", esto es, una forma de sufrimiento prolongado, intenso y que limitaba su ministerio. No sabemos con exactitud qué era esta espina, aunque todo apunta a una enfermedad crónica, posiblemente relacionada con la vista. En este escrito no vamos a centrarnos en el qué del aguijón, sino en cómo lo afrontó el apóstol, en especial cómo consiguió encontrar fuerzas en medio de su situación de sufrimiento.

La primera reacción de Pablo fue lógica y natural: le pide al Señor que le quite el aguijón. Ante una situación de sufrimiento es legítimo pedir que Dios lo elimine si es su voluntad. Hasta el Señor Jesús mismo pidió al Padre que "si es posible, pase esta copa de mi, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Pablo oró (tres veces), expresión que no hay que tomar de forma literal sino que más bien significa (numerosas veces) tal como apuntan muchos comentaristas. Sin embargo, la respuesta a esta oración ferviente y prolongada no es la liberación, sino la provisión de lo necesario para vivir con gozo su situación de sufrimiento crónico. ¡Dios no le quita, le da!

Esta idea es esencial para comprender cómo ve Dios nuestros aguijones. Para nosotros la "solución" consiste en eliminar el problema. La visión de Dios, sin embargo, es muy distinta: para él lo más importante no es la ausencia de sufrimiento, sino su presencia en medio de este sufrimiento y los recursos que tal presencia conlleva. ¿Cuáles son estos recursos?

La respuesta viene en dos frases, cada una de las cuales alude a sendos recursos para aceptar el aguijón: la gracia y el poder. De hecho, ambas están íntimamente relacionadas porque el poder o fortaleza es una consecuencia de la gracia. Observemos, ante todo, el énfasis del texto en el origen divino de ambos recursos. Lo que en español aparece como un simple adjetivo posesivo (mi), en el original es un genitivo cuya traducción literal sería: (el poder de mí) y la (gracia de mí), estructura gramatical que busca resaltar su procedencia. Este énfasis confirma nuestro argumento: hay unos recursos que trascienden la capacidad del ser humano, van más allá de cualquier técnica psicológica o de medidas sociales. Son los recursos que vienen de Dios y que sólo se consiguen a través de una experiencia espiritual.


Gracia: Mi Gracia te es suficiente

Estamos ante una de las frases más luminosas de toda la Biblia. Esta afirmación, tan breve como poderosa, ha sido fuente de consuelo a miles de creyentes afligidos por debilidades y pruebas. Ahí tenemos el meollo de la lucha contra el aguijón. Ésta era la lección fundamental que Pablo necesitaba aprender. La palabra «gracia» se alza majestuosa en medio del pasaje cual clímax insuperable. Estamos aquí tocando la cúspide de la montaña. El sufrimiento crónico es un largo camino, tortuoso a veces, difícil. Pero ahora tenemos ante nuestros ojos el final del trayecto: mi gracia, esta gracia que no es un frío concepto teológico, sino el poder de Dios operando de formas muy concretas en la persona y en sus circunstancias. La gracia nos lleva ante la majestad misma de Dios porque, como escribió Tomás de Aquino en la Summa Theologica, la gracia es, ni más ni menos, que un cierto principio de gloria en nosotros.

Cabe preguntarse por qué Dios le responde a Pablo de forma tan escueta. ¿Qué pueden hacer cinco palabras ante tantos años de lucha interior, de sufrimiento inexplicable? Parece legítimo deducir que Dios, con su rotunda brevedad, quiere enfatizar que hay un solo camino para la victoria final ante el aguijón. Podemos parafrasear la frase de Jesús a Marta y aplicarla a la gracia: afanado y turbado estás por el aguijón, pero una sola cosa es necesaria. Te basta mi gracia.

¿Qué significa, entonces, esta expresión "mi gracia te es suficiente"? Y, sobre todo, ¿cómo influye en la aceptación del aguijón? Tal como señalan algunos comentaristas, la palabra gracia aquí alude a la ayuda del Espíritu Santo que viene como parte del favor inmerecido de Dios. Así pues, no estamos sólo ante el precioso don de Dios que un día nos salvó la gracia salvífica , sino ante el inmenso caudal de ayuda práctica que Dios nos proporciona cada día. La gracia es el conjunto de recursos sobrenaturales que vienen de Dios gratuitamente y que nos permiten luchar contra el aguijón con un poder divino. Ahí radica la diferencia esencial entre la persona creyente y la no creyente al afrontar el sufrimiento: en sus recursos. La situación de aguijón puede ser la misma, pero el creyente tiene unos medios de los que carece la persona sin una fe personal en Dios. Más adelante consideraremos estos valiosos instrumentos que la gracia contiene.

¿En qué sentido la gracia es suficiente? Pablo recibe justo lo necesario para que la aceptación sea (de buena gana) (2 Co. 12:9) y (con gozo) (2 Co. 12:10). No se trata de soportar el aguijón o de sobrevivir en medio de la prueba. Esta actitud no es suficiente. Mal asunto cuando aceptamos las espinas a regañadientes, sólo porque no hay más remedio. Dios no quiere esta aceptación forzada más cercana a la resignación estoica. El nivel de suficiencia que Dios pide es mucho más alto: Él no quiere hijos gruñones, sino más que vencedores en expresión memorable de Pablo (Ro. 8:37).


Poder: Por mi poder se perfecciona en debilidad

La segunda frase viene introducida con un "porque". Se trata de una explicación que amplia la afirmación anterior. Probablemente Pablo hombre que ya antes había sido transformado por la gracia divina en otras facetas de su vida no necesitaba esta aclaración, ¡pero nosotros sí! El Señor no se limita a decirle que se conforme con su gracia, como si fuera una orden. La frase no está en imperativo: "te ordeno que...". Dios no es un déspota autoritario. Cual padre que busca no sólo consolar, sino también convencer, le ofrece un argumento poderoso. La persona en lucha con su aguijón necesita explicaciones que son imprescindibles para una aceptación genuina. Por ello la exhortación va acompañada de una explicación convincente: "mi poder se perfecciona en la debilidad". Aquí radica el secreto que nos ayuda a entender por qué la gracia de Dios nos basta. No es sorprendente que este pasaje se haya convertido en escudero inseparable y fuente de inspiración permanente para todos los que sufrimos a causa de un aguijón.


La Gran paradoja : Cuando soy debil, entonces soy fuerte

Por pura lógica, una debilidad es un obstáculo para cualquiera, una limitación. Así concebía Pablo su aguijón al principio. La lección que el apóstol debe aprender ahora es que Dios piensa exactamente al revés. No se trata sólo de que la espina no estorba al Todopoderoso, sino que precisamente es ahí -en la debilidad- donde el Señor puede manifestar su poder. Y aún es más, este poder divino se perfecciona, se hace completo, en esta debilidad. Por ello Pablo afirma: "...por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades para que repose sobre mí el poder de Cristo" (2 Co. 12:9).

Nos ayuda a entender esta paradoja una ilustración que Jesús mismo utilizó. Él dijo de sí mismo "yo soy la luz del mundo... la luz en las tinieblas resplandece" (Jn. 8:12; Jn. 1:5). La luz de Cristo puede brillar con mucha más intensidad en mis momentos de oscuridad, en la penumbra del dolor. Es en la noche oscura del alma, expresión usada por Juan de la Cruz y otros místicos españoles, que empezamos a comprender esta gran paradoja: en el túnel sombrío de mi aguijón -cuando soy débil- la luz de Cristo alcanza su máximo fulgor porque nada la enmascara. Entonces soy fuerte porque cuanto mayor es la oscuridad, tanto más brilla su luz.

En realidad, esta idea apunta a un tema trascendental que va mucho más allá del problema del aguijón. Contiene un principio vital en la relación del ser humano con su Creador. Un gran obstáculo para acercarse a Dios es sentirse fuerte, autosuficiente. Las fantasías de omnipotencia el deseo de ser como Dios han sido una constante en la historia de la humanidad desde que Adán y Eva fueron tentados y cayeron en este pecado de la autosuficiencia. La soberbia, una de las causas principales de nuestra rebeldía contra Dios, es un gran estorbo para la fe. ¿Por qué? Porque suele acentuarse cuando todo nos va bien en la vida, haciéndonos sentir muy importantes. Si uno cree que es un semi-dios, entonces no hay lugar para el Dios verdadero en su corazón. Por el contrario, un sentimiento de debilidad, ya sea físico, moral o existencial suele ser terreno abonado para la fe en Dios y para que su poder se manifieste.

Por supuesto, no siempre es así. Encontramos notables ateos que sufrieron mucho, como Nietzsche, atormentado por el aguijón lacerante de una terrible enfermedad que le llevó a la locura. No obstante, detrás de la frase «yo no necesito a Dios» se esconde muchas veces el pecado de la iglesia de Laodicea: la soberbia. "Tú dices, Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; pero no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Ap. 3:17).

¿Concluimos, entonces, que la fe es sólo para los débiles? O como decía el mismo Nietzsche, "¿hay que estar suficientemente enfermo para hacerse cristiano?" Una respuesta completa a este tema escapa al propósito de este artículo. Vamos a intentar resumirla brevemente. Si entendemos por débiles a personas con poca capacidad intelectual, de inteligencia pobre, entonces la respuesta es claramente no. Hay ejemplos rutilantes en la Palabra de Dios y en la Historia de hombres y mujeres con un intelecto privilegiado, líderes destacados y brillantes en todas las áreas del conocimiento humano que han tenido una profunda fe en Dios. Pero en otro sentido, sí, la fe es para los débiles, para los que se sienten pobres -primera bienaventuranza- al contemplar su pequeñez y su miseria delante de la grandeza y la santidad de Dios. Jesús mismo nos lo aclara de forma rotunda cuando dice: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores al arrepentimiento» (Lc. 5:31-32). ¿Quiénes son los débiles a los que va dirigido el Evangelio? Los que comprenden que son pecadores. Este tipo de debilidad moral y existencial es el reverso del orgullo y la autosuficiencia; es la humildad que tuvo que aprender Pablo precisamente a través de la experiencia del aguijón. El propósito de su espina era prevenir la arrogancia, "para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente" (2 Co. 12:7).

Permite que Dios dirija tus pasos





















La fiesta de cumpleaños transcurría de maravillas, y la niña de trece años estaba emocionada ya que todos sus amigos pudieron celebrar con ella. Cada regalo era justo lo que quería.
El último juego fue Ponle el rabo al burro, todos estaban especialmente ansiosos ya que el ganador recibiría un certificado de diez dólares para comprar pizza.

Cuando le llegó el turno a la cumpleañera, dio un paso en falso y cayó encima de algunos amigos.

Todo era muy divertido, la niña no estaba dispuesta a rendirse aun después del incidente, así que continuó intentando poner la cola en cualquier parte excepto en el borrico de papel. Cuando le quitaron la venda de los ojos y pudo ver cuán lejos se encontraba del sitio correcto, exclamó: Sin duda, necesito que alguien dirija mis pasos.

Dios prometió dirigir nuestras pisadas si le permitimos hacerlo. El plan para nuestras vidas se trazó antes del comienzo del tiempo. Cada mañana podemos ir ante el Señor y tener una visión fresca de la dirección que nos dará ese día.

¿Enfrentas la toma de una decisión trascendental? ¿Necesitas guía y dirección? A través de las escrituras encontramos promesas de que Dios nos mostrará el sendero correcto. No tenemos que dar un paso en falso o andar a tientas con los ojos cerrados. Nuestro Padre celestial está ansioso por darnos sabiduría. Todo lo que necesitamos es pedirla, y Él dirigirá cada una de nuestras empresas.

Proverbios 16:9

La mente del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos.


Fuente:

Al amanecer con Dios

No dejes apagar tu electricidad espiritual















El silencio me despertó a las 5:30 una mañana. No se escuchaba el zumbido de las aspas del abanico, ni el tranquilizador murmullo de la nevera en el primer piso. Un vistazo por la ventana confirmó que un apagón había dejado a nuestro vecindario sin electricidad, justo cuando la gente se preparaba para ir a trabajar.

Me di cuenta de que los relojes despertadores no iban a sonar, y no íbamos a tener TV para ver las noticias. Las cafeteras, tostadoras, secadores de pelo y muchos teléfonos serían totalmente inservibles. Comenzar un día sin electricidad era simplemente un inconveniente y una interrupción de la rutina. Pero parecía un desastre.

Entonces pensé en las muchas veces que comienzo el día apresuradamente sin electricidad espiritual. Paso más tiempo leyendo el periódico que la Biblia. Los programas de radio sustituyen al Espíritu. Reacciono ante las personas y circunstancias difíciles con un espíritu de temor y no con el espíritu de poder, de amor y de dominio propio que Dios nos ha dado. (2 Timoteo 1:7).

Debo parecer tan desaliñado espiritualmente como una persona que se viste y se arregla en la oscuridad.

Nuestro apagón fue corto, pero queda la lección de mi necesidad de comenzar cada día buscando al Señor. Su fortaleza no es para que yo triunfe y esté bien, sino para que planifique a Cristo viviendo en su poder. -DCM

2 Timoteo 1:7

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.


Fuente:

Nuestro Pan Diario 2005

UNA ASOMBROSA PROFECÍA BÍBLICA


ESTE ARTICULO ESTA SIENDO ACTUALIZADO, REGRESA PRONTO PARA VER LOS CAMBIOS.

Seis siglos antes del nacimiento de Cristo, Dios le dio al mundo una vislumbre del futuro por medio del profeta Daniel. Le presentó un bosquejo anticipado de la historia, desde ese tiempo hasta nuestros días.

La profecía comenzaba con un sueño que Dios le dio a Nabucodonosor, rey de Babilonia, hace unos 2.500 años. El sueño inquietó mucho al rey, pero cuando despertó no podía recordar nada. Después que los sabios de Babilonia fracasaron en decir el sueño al rey y mucho menos interpretarlo, entró en escena Daniel, un joven hebreo cautivo, que declaró que el Dios del cielo podía revelar todos los misterios.

De pie, delante del rey, le dijo con seguridad:

“Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen... que era muy grande y cuya gloria era sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible.
“La cabeza de esta imagen era de oro fino; sus pechos y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.
“Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
“Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas LA PIEDRA QUE HIRIÓ A LA IMAGEN fue hecha un gran monte que LLENÓ TODA LA TIERRA”. -- Daniel 2:31-35.
(A menos que se indique algo diferente, los textos bíblicos de esta Guía de Estudio son de la versión Reina-Valera revisada en 1960.)

A primera vista, parece que esta estatua no tiene nada que ver con la idea de hallar esperanza en nuestro tiempo. Pero lo veremos más adelante.

2. LA INTERPRETACIÓN DE LA PROFECÍA

Después de decirle al sorprendido Nabucodonosor exactamente lo que había visto en su sueño, Daniel continúo:

“Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey”. -- Daniel 2:36.

LA CABEZA DE ORO:
¿Qué poder mundial le dijo Daniel al rey que estaba representando la cabeza de oro?

“Tú, oh rey, eres rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad. Y dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del campo y aves del cielo, él los ha entregado en tu mano, y te ha dado el dominio sobre todo; TÚ ERES AQUELLA CABEZA DE ORO”. -- Vers. 37-38.

Con esas palabras, Daniel le estaba diciendo al rey del más brillante imperio mundial: “Nabucodonosor, tu sueño es un mensaje de Dios. La cabeza de oro de la estatua representa tu reino”.

EL PECHO Y LOS BRAZOS DE PLATA:
Desde una perspectiva humana, el imperio babilónico parecía que duraría para siempre. Pero, ¿cómo continuaba la profecía?

“Y después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo”. -- Vers. 39.

En cumplimiento de esta predicción divina, el reino de Nabucodonosor se derrumbó cuando Ciro, general persa, derrotó al Imperio Babilónico en el año 539 a.C. Y el Imperio Medo-Persa, representado por el pecho y los brazos de plata, se convirtió en el poder dominante.

EL VIENTRE Y LOS MUSLOS DE BRONCE:
¿Qué representa esta parte de la gran imagen de metal?

“Y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra”. -- Vers. 39.

El vientre y los muslos de bronce representan a Grecia. Alejandro Magno derrotó a los persas en la batalla de Arbela, convirtiendo a Grecia en el tercer gran imperio mundial, que gobernó desde el año 331 hasta el 168 a.C.

LAS PIERNAS DE HIERRO:
“Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo”. -- Ver. 40.

Después de la muerte de Alejandro, su imperio de debilitó y dividió, y en el año 168 a.C. Roma, el imperio de hierro, derrotó a los griegos en la batalla de Pidna. César Augusto gobernaba el Imperio Romano cuando Cristo nació (S. Lucas 2:1). Cristo y sus apóstoles vivieron en el período representado por las piernas de hierro. Gibbon, historiador del siglo XVIII, sin duda tenía la profecía de Daniel en mente cuando escribió: “Las imágenes de oro, plata o bronce que podían servir para representar a las naciones y sus reyes, fueron sucesivamente quebradas por la férrea monarquía de Roma”. -Edward Gibbon, The History of the Decline and Fall of the Roman Empire (John D. Morris Company), tomo 4, pág. 89.

Piense por un momento en esta predicción desde el punto de vista humano. ¿Cómo pudo saber Daniel, un cautivo hebreo en Babilonia, cuántos imperios habría y cómo se sucederían uno a otro cientos de años después? A nosotros se nos hace difícil predecir cómo funcionarán de aquí a una semana los mercados de cambio. Pero Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma aparecieron en el orden predicho.

¿Controla Dios el futuro? ¿Podemos confiar en sus planes? La respuesta es un rotundo ¡Sí!

LOS PIES Y LOS DEDOS DE HIERRO MEZCLADO CON BARRO:
“Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, SERÁ UN REINO DIVIDIDO; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil”. -- Vers. 41-42.

El profeta no predijo un quinto imperio sino la división de la férrea monarquía de Roma, que se dividió en diez reinos, simbolizados por los diez dedos de los pies de la imagen.

¿Sucedió realmente así? Efectivamente, en los siglos IV y V de la era cristiana, tribus bárbaras invadieron el decadente imperio romano desde el norte y, finalmente, diez de las tribus conquistaron la mayor parte del territorio occidental del imperio. Como resultado, diez naciones se establecieron en Europa. Los diez dedos representan las modernas naciones de la Europa de hoy.


DIEZ DEDOS - DIEZ TRIBUS PRINCIPALES EN EL
IMPERIO ROMANO OCCIDENTAL

Anglosajones (Inglaterra)
Francos (Francia)
Alamanes (Alemania)
Lombardos (Italia)
Ostrogodos (Destruidos más tarde)
Visigodos (España)
Burgundios (Suiza)
Vándalos (Norte de África, destruidos después)
Suevos (Portugal)
Hérulos (Desparecieron siglos después)


3. NUESTROS DÍAS EN LA PROFECÍA BÍBLICA

¿Predijo Daniel que se harían esfuerzos para unir estas naciones bajo un solo gobernante?

“Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro”. -- Daniel 2:43.

Muchos han tratado de unir Europa, pero han fracasado. Napoleón fue el que estuvo más cerca de lograrlo, pero probablemente pensando en esta profecía, cuando se retiraba vencido de la batalla de Waterloo, lamentándose dijo: “El Todopoderoso Dios es demasiado para mí”. El káiser Guillermo II y Adolfo Hitler crearon los más poderosos ejércitos de su tiempo. Pero fracasaron también en el intento de unir Europa. Todos los que han tratado de unir Europa no han podido anular la profecía de Daniel. Dios es el que tiene el futuro en sus manos; todo está bajo su control. Esto es suficiente para darnos esperanza, paz mental y confianza en su plan para nuestras vidas.

4. UN VISTAZO AL FUTURO

Sólo una parte de la profecía de Daniel no se ha cumplido todavía. ¿Qué significa la piedra que golpeó la estatua en sus pies, la desmenuzó y se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra? (Vers. 34-35).

“Y EN LOS DÍAS DE ESTOS REYES (las naciones modernas de Europa Occidental) EL DIOS DEL CIELO LEVANTARÁ SU REINO que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él PERMANECERÁ PARA SIEMPRE”. -- Daniel 2:44.

“Estos reyes” sólo puede referirse a los gobernantes simbolizados por los pies y los dedos de la estatua, a saber, los dirigentes de los países de la moderna Europa. La conclusión es inevitable: “En los días de estos reyes” apunta al tiempo en que estamos viviendo. Jesús volverá muy pronto para establecer “un reino que... permanecerá para siempre”; un reino de paz y de felicidad. Su reino -la piedra que desmenuzará al mundo-- ocupará toda la tierra. Cristo, la Roca de la eternidad y el Rey de Reyes gobernará para siempre.

El clímax de esta profecía de Daniel es la segunda venida de Cristo. Jesús, el Hijo de Dios, está a punto de poner fin a la historia humana y establecer su reino eterno de amor y de gracia.

5. EL SUEÑO DEL REY Y USTED

Esta profecía revela la mano de Dios dirigiendo el surgimiento y la caída de las naciones. Dios conoce el pasado y esta profecía bíblica nos muestra que también conoce el futuro.

Si Dios dirige los movimientos de las naciones con tal precisión, seguramente puede guiar la vida de cada ser humano. Jesús prometió:

“Aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis” -- S. Mateo 10:30-31.

La fe, un don de Dios, es el remedio para nuestras angustias y temores. La esperanza que Cristo nos inspira puede servir como una “segura y firme ancla” para nuestras almas (Hebreos 6:19).

Erasmo, erudito del siglo XVI, cuenta un incidente que ocurrió en uno de sus viajes por mar, que recordó el resto de su vida. En medio de una tempestad, el barco en el que viajaba encalló. Las violentas olas golpeaban la nave, que comenzó a romperse. Hasta los curtidos marineros sentían temor. Los pasajeros estaban histéricos. La mayoría invocaba a su santo patrón, cantaban himnos o hacían promesas en alta voz.

Erasmo notó que una pasajera se comportaba en forma diferente, y escribió: “ De todos nosotros, la única persona que permanecía serena era una joven madre que sostenía a un niño que alimentaba. No gritaba ni hacía promesas apresuradas al cielo. Lo único que hacía era orar silenciosamente mientras apretaba al niño en su regazo”.

Erasmo comprendió que esta oración formaba parte de su vida regular. Parecía estar confiada en Dios.

Cuando el barco comenzó a hundirse, la joven madre fue colocada en una tabla, se le dio un palo como remo y fue lanzada a las olas. Tenía que sostener a su pequeño con una mano y remar con la otra. Pocos pensaron que sobreviviría al oleaje. Pero su fe y su serenidad la salvaron. Con su hijito fueron los primeros en llegar a la orilla.

La esperanza en Dios puede hacer la diferencia -aun cuando el mundo parezca derrumbarse a nuestro alrededor. Estamos aquí porque la mano del Todopoderoso nos guía y nos mantiene a flote.

Si usted se allega a Cristo de todo corazón, él le dará una fe tal que lo guiará en medio de todas las tempestades de la vida. Descubra la paz sobrenatural que Jesús promete:

“La paz os dejo, mi paz os doy... No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. -- S. Juan 14:27.

¿Tiene usted esta paz en su corazón? Si la tiene, agradezca a Jesús, su Salvador. En caso contrario, ¿por qué no lo invita a entrar en su vida hoy?

Derechos reservados © 2002 The Voice of Prophecy Radio Broadcast
Los Angeles, California, U.S.A.



martes, 7 de octubre de 2008

El Valor del Silencio
















Cuando la Western Union le pidió a Thomas Edison que “mencionara un precio” por el teletipo que había inventado, él le pidió varios días para pensarlo. Su esposa le sugirió $20 000, pero él pensó que esa cantidad era exorbitante.

A la hora acordada fue a la reunión todavía no muy seguro de la cantidad que iba a pedir cuando el oficial le preguntó: “¿Cuánto?” Él trató de decir $20 000, pero las palabras no le salían de la boca. Finalmente el oficial rompió el silencio y le preguntó: “Bien, ¿qué le parece $100 000?”

¡A menudo el silencio le permite a otros decir algo mejor de lo que hubiéramos dicho nosotros mismos! Al quedarnos callados otros se interesan más por nuestros pensamientos; entonces cuando tenemos una audiencia interesada, nuestras palabras tienen mejor impacto.

La Biblia nos dice que aun el necio, cuando calla, es contado por sabio (Proverbios 17:28). En ese sentido, el silencio puede evitar que nos veamos en una situación embarazosa. ¡La gente puede pensar que somos más inteligentes de lo que realmente somos!

Cuando se sienta movido a expresar una opinión, mida el impacto de sus palabras y mantenga esto presente: “Entre menos diga, mejor”. ¡No podemos buscarnos problemas por lo que no hemos dicho! Como Edison, nosotros podemos beneficiarnos de nuestro silencio.

A menudo me arrepiento de lo que dije; nunca de haberme callado.

Proverbios 10:19

En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente.